¿Cómo consigo que me voten? ¿Cómo convencer al máximo número de personas que soy la mejor opción? ¿Qué tengo que decir, cuándo y cómo? ¿Cuál debe de ser mi estrategia de comunicación?
Realmente, ¿no estamos hablando de un proceso de venta que se sustenta sobre un modelo de marketing social? Pues sí, siempre intentando vender algo, un producto, una idea una promesa.
No escapa a nuestra observación ni a la observación de cualquier persona, la planificada puesta en escena de los políticos y sus estructuras organizativas en un proceso de atracción y captación del interés de cualquiera que pueda convertir su decisión en un voto favorable, en una venta.
La persuasión como elemento clave de comunicación para convencer a los potenciales votantes para que conviertan sus pensamientos en una acción de voto favorable.
En un entorno global en donde la tecnología ha tomado un papel clave en el acceso a los diferentes segmentos de población, ya sea a través de los medios habituales y como no, las redes sociales, distinguir la realidad de la ficción, la verdad sobre la mentira se han convertido en el principal factor de influencia en el voto. Cada minuto se realizan más de 3 millones de búsquedas en Google, se producen más de 900.000 accesos a Facebook y se envían 150 millones de emails.
A lo largo de la historia, política, elecciones, comunicación y manipulación han ido de la mano. Unos pocos votos, dan el poder a un grupo o grupos de interés que durante unos años tomaran decisiones muy importantes que marcará el futuro de un país.
¿Qué hacen los candidatos para atraer y convencer a los potenciales electores? ¿A qué tipo de estrategias recurren para posicionarse como la mejor opción?
En el último año, el uso del término ‘fake news’ ha aumentado un 365%. Esta proliferación se debe, entre otros motivos, a su incorporación al discurso político en Estados Unidos y a los constantes problemas que los bulos digitales están provocando a las grandes empresas de internet Google, Facebook y Twitter.
Las encuestas electorales se han vuelto un medio propagandístico de gran influencia en la toma de decisiones. Las estadísticas son la mejor forma de manipular a la población.
Conviene identificar del discurso, de la propaganda y propuestas de los candidatos las herramientas de persuasión a las que más se recurre con el objetivo de hacer más simple la decisión de un potencial votante:
- Programa u oferta política. El producto, el servicio, el compromiso. El propio programa es en muchos casos el instrumento de persuasión o simplemente el estar subrayando las debilidades o extravagancias del otro. Se ha convertido en un todo vale.
- Empatía y proximidad. Nada como la sencillez para persuadir por ser uno más, por sentirme uno más del grupo o segmento al que quiero convencer. No importa que hoy actúe de una forma y mañana de otra. Simplemente empatizo con acciones de marketing de guerrilla en cada momento.
- Las promesas, el proponer cambios, mejoras, desarrollo, pensiones, educación, igualdad, feminismo, migración, crecimiento, estabilidad, empleo, seguridad, la lista es infinita… No importa la dimensión, la viabilidad o el coste. Los políticos prometerán lo que sea por un voto esperando que los electores confíen en que realmente les cumplirán.
- Tags o etiquetas que se asocian a una opción y generan una clasificación o identificación de un candidato a un concepto, para bien o para mal. Se busca simplificar y hace más fácil la elección. Son etiquetas calificativos y evitan tener que perderse en un mar de propuestas o explicaciones: la casta, los fachas, los “perro flauta”, los rojos, los franquistas, etc. Hay etiquetas para todos los gustos.
- Contarán con testimoniales. Personas con notoriedad social, que crean un efecto escaparte fácil de comprender por la masa. Son famosos o populares que se presenten como apoyo de un candidato para lograr una percepción popular de arrastre candidatos en donde se busca el efecto imitación.
- Consenso colectivo, el chantaje emocional, que tan solo buscar el voto acudiendo a la obligatoriedad de no votar a alguien por el miedo, para lograr mejores cosas colectivamente, ser más como sociedad.
- Casos de éxito. Ejemplifican la importancia de conseguir el voto en base a la visualización de casos de éxito en el pasado, o políticas similares en países que lo han aplicado. No importa si es posible aplicar o no, no contextualizan cultural y económicamente, se busca simplificar la realidad para conseguir el fin.
- El liderazgo y el carisma del principal representante y de su equipo. Los argumentos son secundarios, todo descansa en la percepción del cliente potencial rendida ante la eficiencia de la comunicación verbal y no verbal del candidato. No importa si tiene contenido la propuesta, todo es imagen y propaganda.
- Culpabilizarían de los males del contrario. Nada más eficaz que recurrir al miedo, al desmérito o el fracaso real o no real del adversario. En palabras simples, se busca que el argumento se base en votar al menos malo. Se generalizan los problemas sociales y se culpa de ellos a un grupo, un partido, una organización o la suma de todos. Todo es una cuestión del prisma en que se mira. ¿Dónde está la verdad?
Son varias las investigaciones que advierten de los riesgos de la manipulación, de la propaganda engañosa, de informaciones falsas. Uno de ellos es el “I Estudio sobre el impacto de las ‘fake news’ en España”, realizado por Simple Lógica en colaboración con el Grupo de Investigación de Psicología del Testimonio de la Universidad Complutense de Madrid. Éste afirma que ocho de cada diez españoles no saben distinguir una noticia real de un bulo. También la consultora Gartner recoge en su informe ‘Predicciones tecnológicas para el 2018’ que en 2022 la mayoría de los países occidentales consumirán más información falsa que noticias reales.
Quizá sea un buen momento para reflexionar sobre nuestros pensamientos y la verdad de nuestro conocimiento. ¿Hasta dónde soy capaz de distinguir entre la verdad y la ilusión de la manipulación social?
“Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”
– Joseph Goebbels –