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Marketing cultural: el espacio público como el mayor franja prime-time para todos los públicos

Cuando se habla de patrocinio y de cultura hay algo que todavía está por comprender. Parece estar muy claro el patrocinio musical, el patrocinio deportivo y el patrocinio social. La cultura tiene miedo de ser patrocinada por si pierde su libertad y en cierto modo debe tener ese miedo sino se sabe negociar las contraprestaciones de la actividad patrocinada. En muchos casos la necesidad de financiación provoca una mala negociación.

La cultura pertenece al conjunto de la sociedad, incluida la empresa privada que desde su responsabilidad social debe devolver a la sociedad lo que la sociedad le aporta a su empresa.

Por eso, todos podemos implicarnos. La cultura la tenemos que hacer entre todos y todas.

El acceso a la cultura es un derecho de la ciudadanía por ser un pilar en los que se sustenta la sociedad y corresponde a las instituciones garantizar ese derecho aportando recursos y financiación y el conjunto de la sociedad tiene un papel esencial en el desarrollo de este servicio público.

Los recursos necesarios para el desarrollo de una actividad cultural proceden o bien de subvenciones púbicas o de financiación privada. Las políticas culturales deberían de establecer un marco para que gestores culturales reciban una formación para poder obtener recursos de la empresa privada e incentivar a la empresa privada para que aumente su responsabilidad social para poder establecer normas sobre el patrocinio cultural.

Como la subvención a la cultura no es suficiente, la política cultural debe formar y fomentar el encuentro entre la empresa y la cultura a través de campañas de sensibilización al mecenazgo.

El mecenazgo garantiza que el conjunto de la sociedad tenga un papel más activo en la política cultural de los próximos años. Hoy por hoy es una práctica de prestigio y relevancia en las sociedades más avanzadas.

CULTURA Y EMPRESA: EL MECENAZGO

A la hora de elegir cómo quieres involucrarte con un proyecto tienes varias opciones. Un ejemplo claro con experiencias notables es Intramurs, un nexo entre empresa y cultura. Las más conocidas son el patrocinio y el mecenazgo tal y como señala Salvia Ferrer a lo largo de sus años de experiencia. Mientras que en el patrocinio el fin perseguido por el patrocinador está en la publicidad que obtendrá a cambio de su aportación, en un convenio de colaboración o mecenazgo el fin perseguido es proporcionar ayuda para la consecución del objeto de una entidad.

De acuerdo con la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo, las aportaciones realizadas a favor de un proyecto tienen la consideración de mecenazgo y dan derecho a determinados beneficios fiscales, porque son una forma de participación privada en la realización de actividades de interés general. Estas aportaciones pueden ser, entre otras, donativos y donaciones dinerarias o prestaciones gratuitas de servicios.

El mecenazgo garantiza que el conjunto de la sociedad tenga un papel más activo en la política cultural de los próximos años. Hoy por hoy es una práctica de prestigio y relevancia en las sociedades más avanzadas.